Leer a un autor como Yasutaka Tsutsui (1934-) es leer un Japón que uno no piensa que existe bajo ningún concepto. Tsutsui cuenta en su haber con la mayoría de los premios disponibles en Japón para literatos y especialistas en ciencia ficción, contando con numerosas adaptaciones a cine y anime. Su obra es una monumental acumulación de historias que van yendo y viniendo en distintas formas y métodos, pasando por el surrealismo, la ciencia ficción, el policial y más. Y seguramente sea mencionado por estos pagos en reiteradas ocasiones.
En este caso, voy a hablar de 最後の喫煙者 (Saigo no Kitsuensha o El último fumador). La trama está un poco cantada desde el título, sin embargo incluye detalles que son increibles por su verosimilitud y aplicación real. La historia presenta a un escritor distanciado de cualquier situación social, por decisión propia, que sigue detalladamente como los movimientos por los derechos de los no-fumadores van aumentando su impetú en su lucha. Así, se les van uniendo distintas áreas gubernamentales y sus objetivos se van cumpliendo. Cada día que pasa los fumadores son perseguidos y acechados en distintos lugares, sufriendo: discriminación, escraches públicos, acecho de los más extremistas del movimiento, etc.
Hasta no sufrirlo en carne propia, el escritor se mantiene distanciado. Una vez que lo afecta, será un activista en la lucha pro-tabaco. Cuando la persecución se intensifica, los militantes y las fuerzas militares van avanzando sobre los fumadores quemando sus casas y matandolos sin piedad.
La historia nos lleva por lugares sin nombre hasta llegar al Parlamento. Allí está él. Sólo. El último fumador vivo. Espera la muerte, el ataque, la última estocada, en cualquier momento. Enciende otro cigarrillo y escucha una voz que dice:
-¡Sólo queda uno! ¡Sólo queda uno! –gritaban unos manifestantes (...) - ¿no es así? Pero entonces será ya muy tarde. Y qué pérdida tan terrible sería, porque en estos momentos es una preciada reliquia de la Era del Tabaco. Deberíamos convertirlo en una especie rara protegida por la ley, un tesoro viviente que deberíamos preservar. Señoras, señores, ¿nos brindarán su ayuda? Repito. Somos la Sociedad para la Protección de los fumadores, creada en el día de hoy con carácter urgente.

El ya fumador/escritor (sus dos características son imposibles de discernir) encuentra el lamento en la resolución de conservarlo como especie en extinción. Se imagina sufriendo la soledad, numerosos experimentos y hasta los intentos de procreación para conservar a los suyos. la ironía es tan profunda como su carácter real: las sociedades empujan y llevan al conflicto, para después intentar resolverlo por medio de la pasividad.
La crítica es dura, contundente, y nos habla de un Japón que sufre, como cualquier otro lugar del mundo, la inclemencia de las diferencias entre los hombres. Y este es solo un cuento de Tsutsui.